(AW) En medio de acusaciones de torturas, asesinatos y tráficos de órganos, se realizarán las Olimpíadas Pekin 2008.
Aunque al ex presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, no quiera reconocerlo, las acusaciones contra la elección de China como sede de los Juegos Olímpicos crecen más rápido que la soja en los campos argentinos.
El ex funcionario expresó, en abril de este año, al diario español El País que “lo que ha pasado en China en los últimos 25 años es extraordinario. Ha tenido un desarrollo económico impresionante y los primeros beneficiarios han sido sus habitantes. Ha pasado de ser un país con calamidades a uno que va para arriba, con una economía fortísima”.
Este hombre, negó que la designación de Pekin como sede de las Olimpíadas, haya tenido motivos políticos. Pero, reconoció que su apoyo a esa elección tuvo que ver con que, en 1984, China y Rumania rompieron el boicot comunista que Rusia había implantado en los Juegos de Verano de Los Angeles, evento que él presidió.
Otra muestra de la inevitable relación que hay entre el deporte y la política es que, hace unos días, el COI excluyó a Irak de las olimpíadas, por las interferencias del gobierno en las actividades deportivas. En mayo, el régimen iraquí había cambiado a las autoridades nacionales del Comité Olímpico, por un organismo controlado por el Ministerio de Deportes.
Samaranch, fue uno de los que eligió a China para la realización del evento deportivo más importante del mundo. Según sus palabras: “Se premió a un país que tiene la quinta parte de la población mundial y que estaba creciendo enormemente desde el punto de vista económico y deportivo(…) Y han demostrado que acertamos porque su organización puede ser histórica”.
Cuando, le preguntaron qué pensaba sobre las denuncias por violaciones a los derechos humanos en el país, respondió que ese tema era “muy delicado. Estamos a favor, claro, pero muchos países que acusan a otros de no respetar los derechos humanos deberían mirarse a sí mismos”.
A pesar de los intentos por justificar esta decisión, las acusaciones contra el Partido Comunista Chino (PCCh) son variadas y terroríficas; desde torturas, secuestros, muertes, hasta tráfico de órganos.
Los pobladores de ese país, se acostumbraron a que bajo el calificativo de “suicidio” se escondan miles de asesinatos. Pero, además, parece ser que existen quienes directamente “desaparecen”. Palabra que, en Argentina, sabemos qué significa.
Falun Gong
Las principales víctimas de estas violaciones, según las denuncias, son los practicantes de Falun Gong; una disciplina tradicional que busca cultivar la mente y el cuerpo, para beneficio de la salud y crecimiento espiritual.
La revista La Gran Época informó, en su última edición, que a partir del 20 de julio de 1999, el régimen Chino implementa “una campaña ilegal de arrestos, violencia y propaganda con el fin de “erradicar” dicha disciplina; se cree que ciertos líderes temieron la influencia de los 100 millones de adherentes”.
Este medio de comunicación publicó que, alrededor de 63.000 practicantes de Falun Gong han sido ilegalmente detenidos y al menos 3.000 han sido perseguidos y torturados hasta morir. Además, denunció la sustracción de órganos a personas vivas.
Todo este acecho ha incrementado desde diciembre del año pasado, por lo que se considera que el Partido Comunista Chino a usado las Olimpíadas como una excusa para continuar sus intimidaciones, particularmente empeorando la persecución a esta práctica espiritual.
“Szeto Wah, vicepresidente de la Coalición para Investigar la Persecución a Falun Gong (CIPFG) describió a la ciudad de Beijing como bajo una nube de terror con misiles instalados, cámaras de supervigilancia, y con el régimen dispersando estudiantes universitarios fuera de la ciudad durante sus vacaciones de verano y paranoicos”. El miedo, es que se produzca algún disturbio durante las Olimpíadas.
Pekin, ciudad sitiada
El gobierno de China dispuso una serie de medidas que denominó “Los Tres Pasos del Sistema de Seguridad”. En ellas, determinó que los residentes deben llevar consigo una identificación otorgada por el régimen e instauró un severo control a los automóviles, para tratar de frenar la polución del aire.
La Gran Época comenta que “los vehículos con patentes pares pueden transitar solamente en las fechas pares, lo mismo para los vehículos con patentes impares. Los vehículos de las afueras de la ciudad tienen restricciones para entrar a Beijing, lo que ha afectado el precio de los bienes y servicios dado que es una ciudad que depende fuertemente del suministro proveniente del interior. Por ejemplo, los precios de las verduras se han incrementado un 30 por ciento”.
Por otra parte, los comerciantes que tienen sus negocios cerca de las instalaciones donde se van a desarrollar las competencias no tendrán la oportunidad de capitalizar las ganancias que puede traerles el evento, ya que tienen clausurados sus negocios “por seguridad”.
El Washington Post publicó que, el 21 de julio oficiales locales ejecutaron, en presencia de miles de personas, a tres jóvenes acusados de ser parte del Movimiento Islámico al Este de Tukestan, grupo considerado peligroso para las Olimpiadas de Beijing.
Más cerca están los Juegos, más son las listas de medidas que perjudican a los chinos.
Todas estas denuncias son las que Juan Antonio Samaranch quiso desmentir o, por lo menos, no reconoció como legítimas. En este ambiente, se va a desarrollar una de las competencias deportivas más importante del mundo. Si todo esto es cierto, esperemos que el deporte no tape la verdad, y que la pelota (cualquiera sea su forma o color) no se manche.
Fuentes:
www.elpais.com, abril de 2008
www.lagranepoca.com, julio de 2008
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