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12 diciembre 2006

La desaparición de Jorge Julio López



La incertidumbre

La desaparición de Jorge Julio López, testigo clave en el juicio contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, el día 18 de septiembre de su casa en los suburbios de la ciudad de La Plata es un enigma abordado de modo exhaustivo por los medios argentinos. Veterano albañil de 77 años, peronista de base (sin gran formación política ni participación ni antes ni en los tiempos más cercanos al presente aseguran sus familiares) que fue testigo importante en el juicio que terminó con la condena a reclusión perpetua del represor Miguel Etchecolatz, López desapareció el día que en el Palacio Municipal de la Plata vería cara a cara otra vez a su torturador. En el proceso, López había declarado que el antiguo subjefe de la Policía Bonaerense en tiempos que la comandaba el general Ramón Camps, había estado presente mientras lo torturaban.

La falta de certeza acerca de la suerte corrida por López impacta en la opinión pública, no solo en lo particular, como un caso de violencia más en plena democracia sino también en un sentido más general como un índice de inseguridad que pone en duda la vigencia del sistema de derecho ¿Qué garantías habrían para futuros testigos que deban declarar en los juicios por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar?Juicios que se reabren después de haberse anulado las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

Ninguna pista o prueba, hasta ahora, permite sostener que esta práctica de desaparición de personas por parte de grupos de extrema derecha se haya reinstaurado. Pero esta incertidumbre basta para inquietar al gobierno nacional Gobierno nacional y al bonaerense. Las autoridades habrían seguido los pasos lógicos a seguir en estos casos buscaron a López en hospitales, comisarías y cementerios, sin dar con él. Funcionarios del Gobierno de Felipe Solá gobernador de la provincia de Buenos Aires, lugar de la desaparición están en contacto permanente con ellas, lo mismo ocurre con los funcionarios del gobierno nacional. Luego se cuadruplicó la recompensa para quien aporte datos en el caso (ver reportaje a Rubén López) y se busca dar garantías de protección a testigos.

Las versiones sobre el porque de su desaparición, en boca de peritos, familiares, comunicadores sociales y público en general sobre su actual paradero se multiplican[1] tratando de llenar el vació que deja la ausencia del testigo.

Este echo se da en una coyuntura política donde el presidente Néstor Kitchner había logrado hegemonizar el campo político. No sólo triunfando en la disputa interna del partido peronista por quien usufructo el botín simbólico de la fallecida pareja Perón-Evita, (las ropas del muerto).[2]Sino también alzando las banderas que antes habían levantado los organismos de derechos humanos.

Así en la interna de los derechos humanos, el gobierno había logrado también polarizar sus demandas cooptando sus motivos, recibiendo a unos y a otros. A las diferentes líneas de madres de plaza de mayo, a HIJOS y a H.I.J.O.S a Abuelas de plaza de mayo, al Cels, al premio Nóbel de la paz Pérez Esquivel y al Serpaj. Aún en la disidencia (aquellos que no tienen pruritos en participar como funcionarios del gobierno, y aquellos que lo consideran incompatible con sus demandas) todos coincidían en un punto, su poyo unánime a la gestión del gobierno K.

Ahora tal consenso logrado con gestos como la conversión de la ESMA[3] en museo de la memoria, la reapertura de los juicios a los genocidas de la última dictadura militar tambalea ante la desaparición de un testigo clave en plena democracia.

Como barro surgen del fondo de nuestra historia representaciones de violencia muy acendradas: la eliminación del otro como elemento fundante de la argentinidad, y del modo de ocupar el territorio, reivindicaciones de la violencia de estado por parte de familiares de militares( “Memoria completa” se autodenomina el grupo), la aparición de pintadas antisionistas con esvásticas incluidas sumada a expresiones de alegría por la suerte corrida por López, “aprietes” por parte de la policía a manifestantes de las marchas en pro de la aparición de López, amenazas telefónicas.

En nuestra cotidianidad rasgada irrumpen los interrogantes: ¿Los grupos de tarea están desmantelados o no? En un tiempo era vox populi que en la Argentina los únicos que podían gobernar eran los peronistas, a los demás no se les permitía culminar sus mandatos. ¿Pueden gobernar o no? ¿Si gobiernan, con que clase de garantías para sus ciudadanos?

Los troskistas reflotaron la consigna de décadas pasadas, “aparición con vida de Julio Jorge López y desmantelamiento del aparato represivo de estado”. Estuvimos en la marcha pidiendo por la aparición del testigo. En el cierre, cuando las agrupaciones plegaban sus estandartes (masivamente rojos), los oradores principales ya se habían ido y los manifestantes se desconcentraban en todas direcciones de la ciudad, la voz en off del ausente atestiguaba con valentía otra vez desde los parlantes, y su rostro desde miles de fotografías miraba perplejo el horror ¿pasado? ¿presente? de las desapariciones en la Argentina.

Rubén Barrientos



[1] Hebe de Bonafini de “madres de plaza de mayo” habría declarado que López no era un típico detenido, instalando una distinción, un purismo hacia el interior del grupo de victimas de la represión del proceso, que habría ofendido a la familia de López.

[2] Ropas que no a cualquiera le sientan bien, repásese si no los últimos presidentes de cuño peronista Adolfo, Eduardo Duhalde que precipitaron al país a la bancarrota y a las clases trabajadoras a la lumpenización.

[3] Escuela Superior de Marina de la Armada, conocido centro de detención.

Canal 4 de Avellaneda Dario y Maxi.