(Agencia Walsh) www.agenciawalsh.org
Pronto a cumplirse un nuevo aniversario del golpe militar de 1976, nos encontramos con un país en el cual mucha gente opina que “con el gobierno de izquierda de Kirchner existe al fin una efectiva vigencia de los Derechos Humanos.” Pero, ¿son estas afirmaciones reales, o sólo son los dichos de gente que se maneja con el sentido común construido y difundido por los medios de comunicación? Los Derechos Humanos, ¿están totalmente vigentes en el país? Como nos tiene acostumbrados este gobierno, sus discursos seguramente levantarán la bandera de recordar a los muertos de los setenta pero, por un lado, sin mencionar la utopía que guiaba sus pasos, que era la lucha por transformar la sociedad, y por otro, olvidando que Derechos Humanos es mucho más que lo concerniente a la represión de los setenta.
Paraná, 18 de febrero de 2007.- Por Juan Luis Henares*(corresponsal popular de
La pregunta a realizarnos es sobre el motivo por el cual la gente pronuncia estas frases diariamente, en muchos casos totalmente convencida de la veracidad de lo que están diciendo. ¿Cuál es el análisis que realizan para llegar a pensar que esto sucede realmente? ¿Por qué lo piensan? Una respuesta posible es que sus afirmaciones son guiadas por el sentido común, algo que muchos se enorgullecen en poseer. A diario escuchamos el típico “es sentido común”, como si esto fuera motivo suficiente para legitimar sus dichos. Pero, ¿qué es el sentido común?
El francés Louis Althusser escribió hace 40 años sobre los Aparatos Ideológicos de Estado (AIE). Estos AIE son los encargados de reproducir en la gente la ideología de la clase dominante, las relaciones de dominación existentes en la sociedad; trabajan, fundamentalmente, con la producción del sentido común, que lleva a que los sujetos naturalicen las situaciones que viven diariamente. Así se pueden escuchar frases como “se necesitan más policías en la calle para terminar con la inseguridad”, “pobres hubo siempre, los hay en todos lados y siempre los habrá” o, como en el caso que nos ocupa, “Kirchner es de izquierda”. En la historia, los principales AIE fueron, desde hace siglos
Ahora que conocemos la proveniencia de este discurso que tanto ha prendido en la gente, discurso que caracteriza como de izquierda al gobierno nacional, debemos pasar a su análisis. La pregunta a formular es ¿el gobierno de Kirchner es un gobierno de izquierda? Comencemos por repasar su génesis, cómo nació su discurso: tras los levantamientos populares de diciembre de 2001 y la masacre de Avellaneda en junio de 2002, los grupos de poder sienten que se está llegando a una crisis económica, política y social (¿crisis orgánica?). La gente se encontraba en la calle, marchando, reclamando, debatiendo en asambleas. La respuesta fue llamar a elecciones y terminar con el discurso abiertamente neoliberal de Menem y De
Dentro de este nuevo discurso, le cabe un papel fundamental a todo lo relacionado con los Derechos Humanos. Para darle más fuerza, se llevan adelante acciones como la inauguración de museos de la memoria, la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, se realizan escraches y van a la cárcel algunos pocos militares genocidas (acompañados de mucho ruido en los medios, para que parezcan más). En estos últimos meses se imputa a Isabel Perón y algunos de sus compañeros del gobierno justicialista de los años ‘74/’76 por los crímenes de
Tanto la creación de museos, como la nulidad de las leyes y demás acciones son hechos muy importantes (es indudable que todos queremos ver a los asesinos detrás de las rejas, y no muriendo libres como sucedió con Pinochet en Chile) pero hasta ahí solamente llegan las acciones a favor de los Derechos Humanos. Porque el discurso le queda grande al gobierno. Los Derechos Humanos son mucho más que lo referido a lo sucedido en los setenta. Por un lado, porque la represión no se terminó en 1983 cuando asumió Alfonsín, sino que continúa hasta nuestros días, como lo muestra la desaparición de Jorge Julio López, como lo vemos con los chicos que mueren o desaparecen en manos del gatillo fácil, con los que son reprimidos por la maldita policía, con los que son juzgados por reclamar sus derechos en esta etapa de judicialización de la protesta social.
Pero por otro lado el discurso le queda grande al gobierno porque los Derechos Humanos son también, entre otras muchas cosas, la salud, la educación, el trabajo digno, la vivienda, el poder alimentarse. Estos derechos no existen en Argentina hoy, donde se le niega al pueblo la posibilidad de acceder a ellos. Chicos que mueren por desnutrición, picaduras de insectos o por enfermedades de otras épocas; miles de personas revolviendo bolsas de basura en busca de algo para vender o para llevarles a sus hijos para alimentarlos; escuelas que funcionan como comedores escolares en lugar de ser un espacio para la construcción de conocimiento; gente hacinada en villas miseria por no poder acceder a una vivienda; millones sin trabajo sobreviviendo de las migajas de un plan de empleo. Estos Derechos Humanos están y estarán ausentes en los discursos, pero sobre todo en las prácticas del gobierno, este gobierno supuestamente “de izquierda” en su discurso y en el sentido común de muchos, pero que en realidad es fiel garante de los intereses de los grupos de poder que dominan la sociedad, de los intereses del capitalismo neoliberal, de los intereses de la clase social a la que representan. Hoy más que nunca debemos recordar que Derechos Humanos significa, entre otras muchas cosas, igualdad y libertad; por lo tanto, los Derechos Humanos son incompatibles con el sistema capitalista.
¿Cuál será el discurso oficial para este 24 de marzo? Seguramente se recordará a los desaparecidos, se pondrán placas en las escuelas, se levantarán monumentos en su memoria; pero lo que no se hará, será hablar del motivo, del por qué y del para qué de sus luchas. Se ocultará que éstas eran para terminar con un mundo donde unos pocos dominan a muchos, por construir otro más justo y para todos, por la transformación de la sociedad, por la superación de este perverso sistema capitalista; en definitiva, se ocultará que sus luchas eran por el socialismo. Hoy más que nunca el gobierno, para asegurar la gobernabilidad debe esconder que es posible y necesario pelear por un mundo distinto y mejor. Seguramente se recordarán sólo los muertos pero se omitirá hacer mención alguna sobre las utopías que guiaban sus pasos.
Al cumplirse este nuevo aniversario del golpe de 1976, al reflexionar sobre el hecho de que en los setenta se peleaba por cambiar un sistema injusto y por construir una nueva sociedad, y al observar cómo actualmente se han multiplicado esas injusticias, cómo la pobreza, el hambre y la marginación son instrumentos utilizados para “domesticarnos” y para que sumisos aceptemos y naturalicemos la actual situación, llegamos a la conclusión de que si antes esas luchas fueron posibles, hoy son el único camino a seguir para poder vivir con dignidad en una sociedad distinta y para todos.
Pero, para que estas luchas no hayan sido en vano, es una tarea impostergable para las clases subalternas retomar la construcción colectiva de, por una parte, un nuevo proyecto de país, con Derechos Humanos reales y para todos, y por otra, de la herramienta política, social y cultural que nos permita llevar adelante ese proyecto. Caso contrario, seguiremos recordando a los treinta mil como mártires de una lucha por una utopía inalcanzable.
* Profesor Universitario en Ciencias Sociales. Paraná, Entre Ríos..
AGENCIA DE COMUNICACIÓN RODOLFO WALSH
No hay comentarios.:
Publicar un comentario