El triunfo del empresario de la lúmpen derecha, Mauricio Macri, en la ciudad de Buenos Aires, el segundo distrito electoral de
La burguesía, que hasta hace poco operaba desde las sombras para imponer reformas estatales favorables a sus intereses de clase, ya no necesita de títeres militares o caudillos partidarios para realizar el trabajo sucio. Ahora fabrica candidatos de su propio riñón. Se trata de una variante que se instaló con la globalización neoliberal y que fue probada con éxito en México, con la presidencia del gerente latinoamericano de Coca-Cola, Vicente Fox (2000-2006), o en El Salvador, con el triunfo electoral del empresario mediático Elías Antonio Saca en 2004.
A pesar de las operaciones de prensa que intentaron desvincularlo con su padre desde que se lanzó a la carrera política, Mauricio Macri es producto de Franco Macri, cabeza de un grupo empresarial que se expandió durante la última dictadura militar. El holding no sólo sextuplicó sus compañías a partir de 1976, sino que fue beneficiado con la estatización de la deuda privada que, en 1982, operó el entonces titular del Banco Central, Domingo Cavallo, para que los pasivos que asfixiaban a los sectores hegemónicos cayeran sobre los hombros de la sociedad. De este modo, Macri padre pudo transferir un endeudamiento que sumaba alrededor de 180 millones de dólares, así como lo hicieron varios grupos locales y transnacionales que comulgaban con el régimen militar.
Esa no sería, sin embargo, la última operación que estaría a cargo de Cavallo y que favorecería, entre otros, a los Macri. En 1991, al convertirse en ministro de Economía del ex presidente Carlos Menem, Cavallo volvió a licuar deudas privadas, tal como lo haría diez años más tarde cuando ocupara el mismo cargo en la administración de Fernando de
Durante el menemismo, además, el grupo Macri fue uno de los mayores beneficiarios de las privatizaciones. En esa época amplió sus negocios con el sector público y logró apoderarse de empresas estatales, como el Correo Argentino, cuya concesión fue rescindida a fines de 2003 por Néstor Kirchner, tras detectarse una serie de irregularidades y una deuda de 207 millones de dólares por cánones impagos.
Mauricio Macri comenzó a gravitar en las empresas de su padre en la década de 1980 y hasta se vio envuelto en un caso de contrabando agravado cuando encabezó la compañía automotora Sevel, a principios de los ‘90. Sin embargo, el empresario fue sobreseído más tarde por
La notoriedad de Mauricio se catapultó durante su desempeño como presidente del Club Atlético Boca Juniors, cargo que utilizó de trampolín para llegar a la gestión pública. Hizo un primer intento en el 2003, pero en esa oportunidad fracasó ante el ex jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra. Dos años después se presentó como candidato a diputado nacional y logró una banca en el Congreso, aunque según un informe oficial de
Ahora jugó sus cartas nuevamente en Buenos Aires y le fue bien. Derrotó al candidato del presidente Néstor Kirchner, Daniel Filmus, con una diferencia de votos que superó los 20 puntos (60,96 por ciento contra 39,04 por ciento), posicionándolo como pieza clave para una derecha disgregada tras las crisis de 2001. Algunos presidenciables de este sector, como Ricardo López Murphy y Jorge Sobisch -gobernador de la provincia de Neuquén y aliado de Macri, que ordenó la represión policial que terminó con la vida de un docente hace poco menos de tres meses-, buscan atraer el apoyo del empresario futbolístico hacia sus propias filas. Otros, como el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, y la antikirchnerista Elisa Carrió tratarán que Macri se meta lo menos posible en las elecciones generales de octubre próximo.
Por el momento, sin embargo, nada parece indicar que las expresiones políticas reaccionarias vayan a vencer el liderazgo del kirchnerismo en las presidenciales, reciban o no el apoyo de la lúmpen derecha encarnada por Macri. Las encuestas de intención de voto adelantan un amplio triunfo para cualquiera de los Kirchner que finalmente se presente como candidato en octubre, ya sea el propio presidente o su esposa, la senadora Cristina Fernández.
De todos modos, el gobierno nacional deberá actuar con cuidado si pretende consolidar su proyecto de matriz social y popular. No sólo hay que tener en cuenta el fracaso en el segundo distrito electoral de
El triunfo de Macri se puede leer, sin duda, como un preocupante retroceso, en un proceso de recuperación de poder por parte los sectores neoliberales, su contraofensiva. Estos sectores han sabido aprovechar los errores y los espacios cedidos por las disputas entre las facciones que conviven dentro del kirchnerismo. Y ahora encontraron una alternativa viable para escalar más alto.
El propio Macri no disimula sus aspiraciones presidenciales, aunque por el momento tenga paciencia y se contente con
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