Educación para todos, como deber del Estado, es la máxima que surge del encuentro ente el par ignorancia-marginalidad social, que no debe desprenderse del rechazo al diferente, “desadaptado” y del lugar de la institución educativa como correctiva de ciudadanos que deben ser instruidos. Para comenzar entonces a delinear el escenario se puede ilustrar la imagen de la realidad educacional, como un sistema que habilita a quienes poseen recursos, potenciales consumidores de enseñanza superior, y quienes por otro lado soportan la marginación a priori de este espacio. En lo que respecta a la exclusión de la escolarización, se entiende que existe un cruce ideológico que refuerza y da vida a estos parámetros de construcción. Por un lado, la educación como instrumento de igualación social y, por el otro, como ejecutor de la discriminación. Se descubre así una manera de entender la relación entre educación y sociedad que precede los hechos y por lo tanto los determina. La exclusión entendida como inherente a los procesos sociales, ha caracterizado el clima latinoamericano, puesto que los grupos hegemónicos han acaparado históricamente la formación como herramienta de dominación, a la vez que legitimadora de los contrastes. En el pasado mes de septiembre, se llevó a cabo en Chile un encuentro universitario denominado “La Universidad de Chile y el Estado: hacia un nuevo trato”, realizado en la Casa Central de la Universidad de Chile, dónde justamente se discutió el lugar del espacio público y la incidencia de las altas casas de estudio en el desarrollo educativo. "Las universidades estatales colaboran en la distribución más equitativa del capital cultural, además de aportar en investigación e innovación vinculadas a requerimientos del país y ser una pieza esencial en la integración nacional", aseguró en ese contexto el Rector Víctor Pérez Vera, quien delimitó su postura ante la falta de una definición con el Estado que recupere el equilibrio entre lo público y lo privado. Aseveran en ese país, que sólo la citada universidad resguarda el carácter público, en base a la preservación de la calidad y equidad, puesto que en Chile existe históricamente una tendencia que tira por la borda el rol de las entidades públicas, bajo el pensamiento que son hechos del pasado, asegurando un lugar de predominio para con los capitales privados y extranjeros. Entender que el gasto privado es seis veces mayor que el gasto público en la educación superior de Chile, es hallar la base del debate que requiere el ámbito académico, en consonancia con una visión de país que contribuye a la calidad e integración del conocimiento con el medio. Asimismo, los objetivos que se retoman, guían la eliminación de todo tipo de discriminación en el acceso, la equidad del mérito y la promoción de la movilidad social. La crisis de la educación superior pública en el país chileno como en la mayoría de los países latinoamericanos data de la desmantelación y acallamiento llevado a cabo por las feroces dictaduras militares. Luego el desprestigio y la exclusión que obliga a las instituciones estatales a buscar formas de autofinanciamiento. Si tomamos por caso la República Bolivariana de Venezuela, se vislumbra la creación de 58 universidades en un tiempo que va desde la actualidad hasta 2012. De los cuales forman parte 29 institutos y colegios universitarios ya existentes que serán transformados en universidades politécnicas. La iniciativa busca el desarrollo de instituciones de calidad en el nivel superior con 14 universidades territoriales y regionales vinculadas a las necesidades productivas, sociales y culturales en la democratización del acceso a la Educación Superior y 10 destinadas a especializaciones. En este contexto se anunció el nacimiento de la Universidad del Sur, como espacio que quiere abrir sus puertas a los jóvenes de Latinoamérica, con muchas expectativas al igual que los que generan los proyectos asociados a la Universidad Turística del ALBA y la Universidad de los Pueblos Indígenas. Los parámetros de construcción educacional en Venezuela, dejan en claro que en la región los espacios educativos fueron abordados por las elites, y en un punto aún siguen siendo espacios privilegiados, por lo que la expansión de las instituciones como un abanico de posibilidades, quiere romper con estas condiciones para poder acercar herramientas de formación a las zonas más lejanas de los centros urbanos. En esta misma lógica, Cuba presenta un modelo de Educación Superior que es considerado como notable en su aporte al desarrollo de las localidades más apartadas, ya que se aplica a sus 169 municipios con el objetivo de propiciar el intercambio de experiencias y perfeccionar el sistema educativo. Cuba desarrolla las líneas de la educación a partir de dos programas denominados “La Universalización de la Enseñanza Superior y el Curso de Superación Integral para Jóvenes”. Estos tienen la finalidad de extender la formación a las zonas más complejas del mapa, generando así la incorporación de un gran número de jóvenes al estudio. El ministro cubano de Educación Superior, Juan Vela Valdés asegura que “la incorporación de sedes universitarias en los municipios es una realidad que revolucionará la vida económica y social de estos, al tiempo que permitirá centrar las investigaciones en los problemas de cada región". La universidad es entendida en Cuba como un elemento esencial en la gestación del conocimiento. En esta reflexión es de suma importancia el lugar de las bibliotecas como propulsoras de la triangulación información, cultura y educación, en el marco de las políticas neoliberales que azotan los escenarios latinoamericanos. Por otro lado, la historia de la universidad pública en Bolivia contiene momentos que sacudieron su construcción como expresión de lo social. Estas marcas, datan en sus comienzos con un proyecto de corte liberal que giro hacia los ´70 como el lugar de la vanguardia intelectual del pensamiento revolucionario. Luego los militares con un proyecto de corte estatal autoritario y de ahí en más un largo proceso de restauración democrática de tinte neoliberal oligárquico que suprimió los pueblos originarios, 90 por ciento de su población, condenándolos a la exclusión, a partir del cual el actual gobierno reconfiguró el bloque sociopolítico anclando sus dificultades en la relaciones con Cuba y Venezuela, a través del ALBA, que generó entre otras cosas la cooperación en el plan de alfabetización masiva. El espacio estudiantil universitario del país boliviano estuvo signado particularmente por la marginación de género, en tanto las mujeres no tenían llegada a los espacios académicos, más aún cuando sólo el 1 por ciento de la población accedía a estos ámbitos, en la década del ´50. La democracia restaura un cúmulo de ofertas profesionales con mayor presencia femenina y de los sectores populares con un sistema autónomo en los nueve departamentos. Después, la crisis del modelo estatal en los ´90, década densa para América Latina ya que se abren grandes emporios universitarios privados y de inclinación católica concentrados en los centros de mayor población como lo son Santa Cruz, Cochabamba y La Paz. Las universidades privadas se originaron desde sectores religiosos o desde los gremios empresariales y más tarde se convirtieron en atractivos negocios educativos en manos de particulares, hecho que se extiende hasta el presente en la mayoría de los países de la región. Estos ejemplos son testigo de los debates, en torno al pasado estéril en materia educacional acaecido en América Latina, dónde no solo las inversiones fueron escasas o fruto de malas aplicaciones sino que se ha dejado de lado la conciencia crítica como motor de cambio y fortalecimiento de lo público. Y es aquí dónde podemos distinguir una fehaciente política educativa cubana con 280 años de historia en la Educación Superior, iniciada a partir de la fundación de la Universidad de La Habana en 1728. Porque la historia no en vano, demuestra con los hechos que a 90 años de la reforma universitaria de Córdoba, en Argentina y una década de la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Educación Superior desarrollada en París en 1998, los debates siguen vigentes en tanto las academias no son conformistas con el lugar que muchas veces les toca paliar. En el caso argentino, de cara a las elecciones presidenciales de octubre y la educación como caballito de batalla de los políticos, se revelan distintos discursos que se basan principalmente en la calidad, asociándolo al desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero la mayoría de las veces se deja afuera el diálogo intercultural y la incorporación de los sectores marginados. Una educación para la emancipación, gratuita e igualitaria aún forman parte de un deseo colectivo y social en este país, ya que no sólo depende de acrecentar la inversión en el sector y de levantar estos conceptos como bandera innegociable, sino que las transformaciones deben surgir del consenso entre el espacio áulico, el intelectual y el perfil profesional requerido. Reformar la Ley de Educación Superior (LES), y aplicar las herramientas de conocimiento generando prácticas, son algunas de las cuestiones que se dirimen hacia el interior del campo expuesto, pero Argentina no esta por fuera del modelo regional donde imperan los capitales extranjeros depositados en la educación superior, como modelo que facilita y auspicia garantía de triunfo, ante los cánones que el mercado de trabajo imprime. El debate se dirime a nivel regional entre el fortalecimiento de la integración a partir de la reconstrucción institucional, que vio en baja su calidad. En esta instancia la pregunta circularía en torno de como pueden los sistemas nacionales de educación superior, formarse aislados, manteniéndose alertas de la competencia extranjera sin sufrir el deterioro en la excelencia, puesto que también se suman los sistemas de educación a distancia. Un escenario que palea la crisis por definición perenne, bajo el uso de mecanismos de cooperación regional. Un escenario que enfrenta el desafío de forjar universidades para todos con calidad e inclusión. En conclusión y tratando de ilustrar la complejidad del tema "Transformar la Universidad es como reconstruir un avión en pleno vuelo. Se deben reconvertir los motores de hélice a turbina; se debe hacerlo volar a mayor velocidad sin aumentar el consumo de combustible y todo sin aterrizar, con limitada cantidad de gasolina, sin que los pasajeros se inquieten....". lgallo@prensamercosur.com.ar |
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